Caminar deprisa, acelerarse el corazón, comenzar a caminar más rápido, salir corriendo, tirar el bolso, quitarse los tacones, buscar una entrada de metro, saltar la seguridad de la entrada, colarse, bajar las escaleras y coger el primer vagón que me encuentro, no saber dónde bajarse, después de 15 minutos seguir la multitud, subir las escaleras y de pronto estar en medio de una ciudad desconocida, asfalto desgastado, tráfico denso, ambiente contaminado, prisas a mi alrededor, no conozco a nadie, voy hacia una amplia avenida, con acera amplia, rodeada de grandes plataneros, y en el horizonte un mar petróleo, un azul ennegrecido por un humo que rodea a la inmensidad.
Mi ciudad.
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