Hace años, cúando aún estudiaba en la universidad, sentí la necesidad de cometer una locura. Escapar sin fecha de regreso. Pensé que era el momento de realizarlo, o se me escaparía la oportunidad.
Así que avisé un par de días antes de partir de mi inminente proyecto, reconozco que sentó como un jarro de agua fría.
Una fría mañana de invierno me encontraba en la terminal del aeropuerto con una tarjeta de embarque hacia London. Europa siempre me había fascinado, pensé que sería un buen lugar para empezar.
Largo viaje hizo mella en mi, agotada y a la vez ilusionada me encontendré en una ciudad inmersa en plena primavera, bajo una tormenta obligada, pisé la tierra de mis antepasados.
